CRISTO NOS REDIMIO DE LA MALDICION DE LA LEY: APRENDIENDO DE GÁLATAS 3:13
Preámbulo:
Queridos hermanos y hermanas,
en el pasaje de Gálatas 3:13, encontramos una poderosa enseñanza sobre el
sacrificio de nuestro Señor Jesús en la cruz y el impacto transformador que
tiene en nuestras vidas. A través de este versículo, recordamos que fuimos
redimidos por la sangre de Cristo en la cruz, Efesios 1:7.
Explicación:
En Gálatas 3:13, el apóstol
Pablo escribe: "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero)." Este versículo nos enseña tres verdades fundamentales:
Redimidos de la maldición:
El supremo sacrificio de
Cristo en la cruz. Nuestro Señor Jesucristo vino a ser la ofrenda por el pecado
(Juan 1:29) “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Recordemos
que nuestro Señor Jesucristo vino para redimirnos de la maldición de la ley
(Gálatas 4:4-5). ¿Cuál era esa maldición? No guardar la ley de Moisés traía
maldición al hombre. Y dado a que el hombre no podía guardar la ley de Moisés, Nuestro
Señor Jesucristo vino para redimirle, y hacer que el hombre ya no esté bajo la
ley de Moisés.
El amor y la gracia de Dios:
El versículo nos recuerda el
amor y la gracia inmensos de Dios hacia nosotros. A pesar de nuestra condición
pecaminosa, Dios envió a su Hijo para rescatarnos y ofrecernos salvación. Su
amor es tan grande que estuvo dispuesto a ser, golpeado, escupido, maltratado y
ser colgado en un madero para librarnos de la maldición y restaurar nuestra
relación con Dios.
Vivir en la libertad:
Libertad del pecado: A través
de la obra redentora de nuestro Señor Jesús en la cruz, somos liberados del
poder y la esclavitud del pecado. Ya no estamos condenados por nuestras
transgresiones, sino que somos perdonados y justificados delante de Dios. Vivir
en libertad en Cristo implica alejarse de las prácticas pecaminosas y caminar
en obediencia a los mandamientos de Dios.
Somos
libertados: De la ley de Moisés -
Gálatas 5:1
En
este versículo, Pablo está dirigiéndose a los creyentes en Galacia y les
recuerda la libertad que tienen en Cristo. Antes de conocer a nuestro Señor Jesús,
estaban bajo el yugo de la esclavitud, tanto en el sentido de estar sujetos a
la ley de Moisés y sus reglas, (diezmo, guardar días, etc.) como también al
poder del pecado. Pero a través de la obra redentora de nuestro Señor Jesús en
la cruz, ellos han sido liberados de esa esclavitud.
Pablo
les insta a que permanezcan firmes en esta libertad y no caigan nuevamente en
la esclavitud. Esto implica dos aspectos importantes:
Libertad
de la ley: En la antigua alianza, los judíos estaban sujetos a la ley de
Moisés, con todas sus reglas y regulaciones. Sin embargo, con la venida de nuestro
Señor Jesús, la ley ya no es el medio por el cual obtenemos la salvación o la
aprobación de Dios. En cambio, somos justificados por la fe en Jesucristo y su
obra en la cruz (ley de Cristo, evangelio). Vivir en la libertad en Cristo
implica también no volver a confiar en nuestras propias obras para obtener la
salvación, sino depender completamente de la gracia y el sacrificio de nuestro
Señor Jesús.
Efesios
2:8-9 nos dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe".
Es
importante destacar que, si bien no somos salvos por nuestras propias obras,
es
decir, el ser humano es pecador, transgresor, sus buenas obras no servían de
propiciación, no cubrían sus pecados. Se requería la propiciación que Dios
proveyó. Aquí el punto de Efesios 2:8-9.
Ahora
el texto no dice que no debemos hacer obras, las buenas obras son un resultado
natural y evidencia de nuestra fe en Cristo. El apóstol Pablo nos enseña en
Efesios 2:10: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas".
Libertad
del pecado: Antes de conocer a Cristo, estábamos esclavizados por el poder del
pecado. Éramos incapaces de liberarnos por nosotros mismos y estábamos
condenados a una vida de separación de Dios. Pero a través de la muerte y
resurrección de Jesucristo, hemos sido liberados del dominio del pecado. Vivir
en la libertad en Cristo significa no volver a someternos a los deseos
pecaminosos de nuestra naturaleza humana, sino caminar en el poder y la
transformación del Espíritu Santo (Romanos 1:16).
Ya no
estamos bajo la carga de tratar de cumplir la ley por nuestras propias fuerzas,
sino que nos apoyamos en la gracia de Dios y confiamos en la obra completa de
nuestro Señor Jesús en la cruz, es decir, el evangelio, nos instruye como ser
salvos y mantener siendo salvos.
Conclusión:
En resumen, Gálatas 3:13 nos
enseña que Jesucristo nos redimió al tomar sobre sí mismo la maldición de la
ley al ser crucificado. Su sacrificio nos libera de la esclavitud del pecado. A
través de la fe y obediencia a nuestro Señor Jesús, podemos recibir el perdón
de nuestros pecados y la reconciliación con Dios.
¿Ya obedeciste el plan de
salvación?
Dato: El pueblo de Israel no crucificaban a los criminales, sino que los
apedreaban, pero después de apedrearlos los colgaban sobre un madero, Deuteronomio 21:21-22. Y el apóstol Pablo
emplea la palabra madero para identificar la crucifixión de nuestro Señor
Jesús con la maldición pronunciada en Deuteronomio
21:23; Hechos 13:29.
La
ley de Moisés fue dado al pueblo de Israel, Éxodo 20.