TÍTULO: EL ALFARERO CELESTIAL: MODELANDO NUESTRAS VIDAS SEGÚN SU DISEÑO

 


 

Introducción                                                                         

 

En el libro de Jeremías, encontramos una metáfora poderosa que nos revela la relación entre Dios y su pueblo, una relación que perdura a lo largo de las eras. En Jeremías 18.1-6, el Señor le dice al profeta Jeremías que se levante y vaya a la casa del alfarero. En esa casa, Jeremías observa al alfarero trabajando en su rueda, creando una vasija de barro. Sin embargo, esta vasija se estropea en las manos del alfarero, y él decide moldearla de nuevo, según le parezca mejor. Este pasaje nos muestra que Dios se presenta a sí mismo como el alfarero que trabaja en nuestras vidas. Somos como la vasija de barro en sus manos, y Él tiene el poder de moldearnos y transformarnos según su plan.

 

Contexto Histórico

 

Para comprender completamente el significado de esta metáfora, es esencial tener en cuenta el contexto histórico en el que el profeta Jeremías cumplió su ministerio. Jeremías vivió en un momento trágico y dramático de la historia de Israel, durante la caída de Jerusalén y la deportación de los judíos a Babilonia. Este evento marcó el fin de los reinos de Israel y Judá, pero también abrió la puerta a una nueva esperanza: el advenimiento de un reino espiritual y un nuevo pacto. Un remanente del pueblo sería preservado para recibir al Señor, Jesús, como el cumplimiento de las promesas divinas.

 

Israel, en ese contexto, era como el barro en las manos del alfarero divino. Dios lo creó con un hermoso plan y un propósito específico, pero a menudo, el pueblo se rebeló y se desvió de su camino. Esto resultó en la necesidad de que Dios moldeara a Israel nuevamente, o incluso en la destrucción y el comienzo de nuevo con un remanente fiel.

 

Pertenencia Total a Dios

 

En Isaías 64.8, se nos recuerda que somos creación total de Dios, como el barro en manos del alfarero. Cuando hablamos de ser parte del pueblo de Dios, no se trata de una simple afiliación, sino de una posesión divina. Sin embargo, Israel a menudo se rebeló, llamándolo el Altísimo, pero sin exaltar verdaderamente su soberanía en sus vidas.

 

Cuando nos llamamos a nosotros mismos cristianos, no solo somos seguidores de Cristo; somos propiedad de Él. Dios no solo tiene el derecho sobre nuestras vidas, sino que también tiene un plan hermoso para moldearnos y transformarnos. Si deseamos ser como el barro en sus manos, debemos ser dóciles y sumisos, permitiendo que Él sea el alfarero, el Señor, y el gobernante de nuestras vidas.

 

No Alterquemos con Dios

 

El apóstol Pablo nos advierte en Romanos 9.20 de no discutir ni altercar con Dios. Así como el barro no puede cuestionar al alfarero, nosotros no debemos cuestionar a Dios. A menudo, tratamos de tomar el control de nuestras vidas, creyendo que sabemos mejor que Dios. Esto nos lleva por caminos equivocados y nos aleja de su plan perfecto.

 

Cuando nos desviamos del camino de Dios, es como si pensáramos que sabemos más que Él sobre la vida. No confiamos en que sus designios son los mejores para nosotros. La historia de Israel nos recuerda la importancia de someternos a la dirección divina sin resistencia.

 

Dios Quiere Hacerte una Vasija de Honra

 

En 2 Timoteo 2.20-21, se nos dice que en una casa grande, hay utensilios de diferentes tipos, algunos para usos honrosos y otros para usos viles. Dios desea que seamos instrumentos de honra, santificados y útiles para Él. Para lograrlo, debemos apartarnos de la impureza y buscar su voluntad a través de las Escrituras.

 

La Palabra de Dios es suficiente para guiarnos en nuestra vida. No necesitamos buscar la dirección divina a través de emociones, sueños, horóscopos u otros medios externos. Dios nos guía a través de Jesucristo y las Santas Escrituras. Estas Escrituras son inspiradas por Dios y nos preparan para toda buena obra.

 

Dios nos ha Hablado por su Hijo

 

En Hebreos 1.1-3, se nos recuerda que Dios nos ha hablado a través de su Hijo, Jesucristo. Jesús es la imagen misma de la sustancia divina, el resplandor de su gloria y el autor de la salvación. Las palabras de Jesús y las Escrituras son nuestra guía principal en la vida.

 

Además, en Efesios 4.11-13, se nos dice que la iglesia está en la capacidad para la edificación de los santos. Los evangelistas, maestros y pastores, deben alimentar a la iglesia con la Palabra de Dios y equipar a los creyentes para la obra del ministerio.

 

Conclusión

 

En resumen, la metáfora del alfarero y el barro en Jeremías nos recuerda que somos creaciones de Dios, destinadas a ser moldeadas por Él. Debemos someternos a su voluntad, confiar en su Palabra y buscar su dirección en todas las áreas de nuestra vida. Dios quiere hacernos vasijas de honra, útiles para su obra. Debemos recordar que nuestras vidas están en manos del Alfarero Celestial, quien nos conoce perfectamente y quiere lo mejor para nosotros. En un mundo lleno de distracciones y alternativas, la Palabra de Dios es nuestra guía segura y suficiente. En Jesucristo, encontramos la plenitud de la revelación divina. Con humildad y obediencia, permitamos que Dios nos moldee y use para su gloria.

 

 

Presentado por José Fernando Pava Romero, es miembro y predicador de la iglesia de Cristo que se reúne en Barrancabermeja.

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