NO COMULGAR CON EL HERMANO EN LA FE QUE NO SE ARREPIENTE DE SU PECADO: ¿UN ACTO DE AMOR O DE EXCLUSIÓN?
Introducción:
En el cristianismo, la
comunión es algo sagrado que representa la unidad de la iglesia, 1
Corintios 1, “10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer”. El apóstol Pablo no sólo enseña la unidad, sino que enseña cómo
se debe actuar: “que habléis todos una misma cosa”, y obviamente esa “una misma
cosa” tiene que ser la Palabra de Dios, es decir, hablar y actuar. Sin embargo,
surge un dilema cuando nos encontramos con un hermano en la fe que persiste en
un pecado sin mostrar señales de arrepentimiento. ¿Debemos comulgar con ellos o
mantenernos alejados? En este artículo, exploraremos esta cuestión desde
diferentes perspectivas y consideraremos si no comulgar es un acto de amor o de
exclusión.
Desarrollo:
1. Comunión
como expresión de unidad: La comunión es un acto que une a los creyentes
y fortalece la unidad de la fe. Es una expresión de amor, perdón y aceptación
mutua. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando nos encontramos con alguien que no
muestra arrepentimiento por su pecado? ¿Debemos continuar comulgando como si no
hubiera pasado nada?
Si actuamos de esa forma, es
decir, indiferentes, no estamos practicando lo que Dios ha ordenado, 1
Corintios 5:11 (NVI): "Lo que les he escrito es que no tengan nada que ver
con los que se llaman hermanos en la fe y, sin embargo, llevan una vida
desordenada, los avaros, los idólatras, los calumniadores, los borrachos y los
estafadores. Con esta gente no deben ni comer". Además, seriamos
participes de pecado ajeno. 1 Timoteo 5:22 (NBLA) No impongas las manos sobre
nadie con ligereza, compartiendo así la responsabilidad por los
pecados de otros; guárdate libre de pecado.
El pecado es errar el blanco, eso quiere decir, que pecado es toda
enseñanza o comportamiento que está en contra de la voluntad de Dios.
2. El
llamado al arrepentimiento: Si alguien entre los hermanos no muestra
signos de arrepentimiento genuino, puede ser un obstáculo para su propio
crecimiento y el de los demás. No comulgar con ellos podría ser un llamado
amoroso a que reflexionen sobre sus acciones y busquen la reconciliación con
Dios y con los hermanos en la fe.
2 Tesalonicenses 3:14-15 (NVI): "Si alguien
no obedece lo que les mandamos por medio de esta carta, tomen nota de quiénes
es y no se junten con él, para que se sienta avergonzado. No lo traten como a
enemigo, sino amonéstenlo como a hermano".
El propósito es para que se
arrepienta, al no decir nada, la condenación lo espera, y el que sabe que debe
corregir, el mismo destino ¿Por qué? Por comulgar, creer que todo está bien.
3. La
importancia de la disciplina: Las iglesias tienen la responsabilidad de
mantener la disciplina para proteger la integridad de la fe y el testimonio. No
comulgar con alguien que persiste en el pecado sin arrepentirse puede ser una
manera de ejercer esta disciplina y mostrar que la iglesia no tolera el pecado
sin consecuencias.
Tito 3:10-11 (NVI):
"Hazle saber a esa persona que abandone sus discusiones insensatas, ya que
son inútiles y van en contra de la verdad. A cualquiera que cause divisiones,
amonéstalo una y otra vez. Si después de la segunda amonestación sigue terco,
evita tratar con él".
Mateo 18:16-17 (DHH), Si no te hace caso, llama a una o dos personas
más, para que toda acusación se base en el testimonio de dos o tres testigos.
17 si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la comunidad; y si tampoco
hace caso a la comunidad, entonces habrás de considerarlo como un pagano o como
uno de esos que cobran impuestos para Roma.
4. La
necesidad de la misericordia y el perdón: Aunque no comulgar con alguien
puede parecer un acto de exclusión, también es importante recordar que el
objetivo final es la restauración y la reconciliación. Es fundamental que se
haga todo lo posible para ayudar a ese hermano o hermana en la fe a reconocer
su pecado, arrepentirse y buscar la restauración de su relación con Dios y la
comunidad.
Conclusión:
No comulgar con un hermano en
la fe que no se arrepiente de su pecado puede ser un acto doloroso y difícil de
tomar, pero en ocasiones puede ser necesario para preservar la integridad de la
iglesia y motivar la reflexión y el arrepentimiento. Sin embargo, es esencial
acompañar esta decisión con amor, misericordia y un deseo genuino de
restauración. La meta final siempre debe ser el perdón, la reconciliación y el
crecimiento espiritual tanto para el individuo en cuestión como para toda la familia
de la fe, pero si no se actúa contra el pecado, alejados estamos de Dios.
Presentado por José
Fernando Pava Romero, es miembro y predicador de la iglesia de Cristo que se
reúne en Barrancabermeja, Colombia.
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