LA VIGA EN MI OJO
"Hermanos y hermanas en
Cristo, hoy hablaremos sobre la responsabilidad que tenemos como cristianos de ser
ejemplo para corregir, enseñar y exhortar. Es fácil hablar de la fe y de los
principios cristianos, pero es más difícil ser un ejemplo.
La Biblia nos dice en Mateo
7:3-5 "¿Por qué ves la paja que está en el ojo de tu hermano, y no ves la
viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: ¿Déjame sacar la
paja de tu ojo, y he aquí la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga
de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu
hermano".
Cómo cristianos, a menudo
corregimos o juzgamos a los demás por sus acciones, mientras ignoramos nuestras
propias faltas. Si nosotros queremos
corregir a los demás, debemos también vivir conforme a la palabra de Dios, ser ejemplo. Con
el mismo juicio con que juzgamos seremos juzgados nosotros.
No estoy diciendo que no se
deba corregir o juzgar con justo juicio, pues la Biblia enseña que la
corrección es una parte súper importante de la vida cristiana y no se puede
ignorar. Y que juzgar con justo juicio no es pecado, sin embargo, la manera en
que corregimos a los demás debe ir conforme a nuestra práctica en la palabra de
Dios, es decir, ser ejemplo, no hacer lo mismo.
Antes de corregir a alguien,
debemos examinarnos a nosotros mismos y asegurarnos de que somos un buen
ejemplo. No podemos esperar que los demás cambien si nosotros mismos no estamos
dispuestos a cambiar, el ejemplo arrastra.
En 1 Timoteo 4:16, Pablo
alienta a Timoteo a mantenerse fiel a sí mismo y a mantenerse firme, diciendo:
"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo
esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan". La doctrina es hablar conforme a la palabra
de Dios, pero también quiere decir la práctica, tener una conducta de acuerdo a
la voluntad de Dios. De nada sirve saber
mucho si no obramos con nuestra predicación.
Así que, como cristianos,
debemos ser un buen ejemplo para los demás y ser cuidadosos en cómo corregimos
a los demás, siempre recordando que somos imperfectos y también necesitamos
muchas veces corrección.
Por ejemplo, el que enseña:
“Hermano ver pornografía es
malo”. Pero él lo hace a escondidas en su casa.
“Hermano tiene que hablar con
verdad” Pero aún dice mentiras, no cumple lo que promete.
“Hermanos debe ser honesto”. Pero
no cobra lo que es, roba energía, evade impuestos.
“Hermano debemos respetar las
leyes y normas”. Pero se pasa el semáforo en rojo”.
“Hermanos hágase todo
decentemente y orden”. Pero llega tarde
“Hermano no debes robar”. Pero
usted le roba tiempo a su empresa solo trabajando cuando su jefe está.
“Hermanos no codicie”. Pero
usted codicia a la mujer de su prójimo.
“Hermano debe amar a su esposa”.
Pero usted no sabe que necesita su esposa en su casa.
“Hermano debe congregar” Pero
viene de vez en cuando o volvió después de mucho tiempo.
“Hermano debe prestar atención
a la enseñanza”. Pero usted en medio de la predica está viendo las redes
sociales.
“Ese hermano la música que
publica en su estado”. Pero usted la escucha en su casa.
“Hermano debe ser humilde”
Pero es arrogante, y altivo.
Hermanos si estamos actuando
así, estamos mal, actuar así es no ser coherente con la palabra de Dios. Prédica, pero no aplica.
Si aún reconocemos que nos
falta mejorar también, hablemos con palabras cómo: mejoremos, hagamos, cambiemos, perseveremos.
Lamentablemente muchas veces
actuamos como jueces y olvidamos nuestro comportamiento, y nos engañamos a
nosotros mismo, aparentando algo que no somos.
Ahora puede que, al corregir,
enseñar, exhortar sea ejemplo, y es lo coherente con la palabra de Dios. Pero no debe olvidar que cuando corregimos a
otros, también debemos hacerlo con amor y compasión, ya que puedo pasar lo
mismo, es decir, puedo resbalar. En Gálatas 6:1, se nos dice: "Hermanos,
si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado".
Ser un buen ejemplo para los
demás y corregir con amor y compasión es la manera en que lo debemos hacer.
En resumen, la enseñanza de la
viga en el ojo nos enseña la importancia de la autoevaluación. Si queremos ser
capaces de corregir a los demás, debemos primero reconocer nuestras propias
faltas y trabajar para mejorarnos a nosotros mismos. Solo entonces podremos
ayudar a nuestros hermanos y hermanas en la fe.
Recordemos que nuestra vida es
una oportunidad para dar testimonio de la verdad de Dios, y debemos hacerlo con
humildad, amor y verdadero compromiso con nuestra fe. No seamos hipócritas (finge
ser un verdadero cristiano). que nuestra
predicación, vaya con nuestro actuar.
Romanos 2:21-24 Tú,
pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se
ha de hurtar, ¿hurtas? 22 tú que dices que no se ha
de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes
sacrilegio? 23 tú que te jactas de la ley, ¿con
infracción de la ley deshonras a Dios? 24 porque
como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa
de vosotros.
Es necesario que estemos conscientes de nuestras
propias debilidades y faltas. Si no nos corregimos primero, no conviene juzgar a
otros.
O si lo hacemos hagámoslo pluralmente “cambiemos”.
Presentado por José
Fernando Pava Romero, es miembro y predicador de la iglesia de Cristo que se
reúne en Barrancabermeja, Colombia.
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