MAÑANA LO HAGO

 


(Salmos 144:4)

El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.

Muchas veces hablamos del día de mañana con tanta seguridad, que parecería que se nos ha olvidado que nuestra vida es semejante a un soplo, que no somos dueños de nuestra vida, y que nuestra vida está en las manos de nuestro Dios.

Muchos murieron el día de ayer, haciendo planes para este día. Observando el entierro de un amigo, reflexioné: El cementerio es un lugar que está lleno de historias no contadas, novelas sin escribir y millones de sueños y metas sin cumplir.

Así es amigo. Nuestra vida es breve, y no sabemos cuándo vamos a partir de este mundo.

¿Por qué dejar para mañana lo que podemos hacer hoy? Puede ser que este sea nuestro último día sobre la faz de la tierra, conociendo está realidad, muchas veces la olvidamos y vivimos del mañana: “Mañana regreso a las

cosas de Dios”, “mañana le dedicare tiempo a mi familia”, “mañana visitare a mis padres”, “mañana le pido perdón a mi hermano”, “mañana me reconcilio con mis papas”, “mañana cambio mi forma de vida”, “mañana abrazo a mis hijos" “mañana obedezco el Evangelio” etc. Olvidamos algo muy importante: Un día se nos acabaran nuestras mañanas. Por esta razón le animo a que por favor considere obedecer el evangelio hoy y no mañana; ya que el día de mañana, puede que no venga. (Santiago 4:14) ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece.

La Escritura enseña que está establecido para el hombre que muera una vez y después de esto el juicio (Hebreos 9:27). Muchas personas mueren sin haber obedecido el evangelio de Cristo, el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16).

La Escritura contiene varias enseñanzas de aquellas personas que obedecieron el evangelio el día que se les predico. Estas personas no pospusieron su salvación.

EJEMPLO:

1.      Como 3,000 personas obedecieron cuando se les predicó (Hechos 2:36-41).

2.      El Eunuco obedeció el día que se le predicó (Hechos 8:26-40).

3.      Lidia y su casa obedecieron cuando se les predicó (Hechos 16:14- 15).

4.      El carcelero de Filipos obedeció en aquella misma hora (Hechos 16:30-34).

¿Por qué obedecieron en ese momento? Porque querían ser salvos (Marcos 16:16). Porque reconocieron que probablemente no iban a tener otra oportunidad para obedecer (Santiago 4:14Hebreos 9:27) Porque reconocieron que la salvación es un asunto de vida eterna o condenación eterna. Usted puede obedecer en este día el Evangelio.

PLAN DE SALVACION

1. ESCUCHAR EL EVANGELIO DE CRISTO, ROMANOS 10:17; HECHOS 18:8.

2. CREER EN EL HIJO DE DIOS, MARCOS 16:16; JUAN 8:24.

3. ARREPENTIRSE DE SUS PECADOS, HECHOS 2:38; 17:30-31.

4. CONFESAR A CRISTO COMO EL HIJO DE DIOS, ROMANOS 10:9-10; MATEO 10:32-33.

5. SER BAUTIZADO PARA EL PERDÓN DE SUS PECADOS, HECHOS 2:38; 22:16; MARCOS 16:16.

LA SALVACIÓN DE NUESTRA ALMA NO ES ALGO QUE PODAMOS DEJAR PARA MAÑANA.

COMO OLVIDARLO

No podía olvidar en esta ocasión escribir también para aquellos hermanos en Cristo que están perdidos, estos hermanos vienen a estar en un estado de apariencia de vida, pero en realidad están muertos (1 Timoteo 5:6; Apocalipsis 3:1).

La parábola del hijo prodigo (Lucas 15:11-32) es una que vale la pena considerar. Este hijo reconoció que estaba perdido y que necesitaba regresar con su padre, si Dios te dio la oportunidad de vivir, es el momento de regresar al Señor, no dejes para mañana lo que puedes hacer en este momento.

Tal vez estas queriendo regresar, pero algún sentimiento de culpa por haber desobedecido no te deja volver, no te alejes más, no permitas que la culpa o la vergüenza terminen por arrojarte a los brazos de la condenación. Dios quiere tu salvación y quiere que regreses a Él. Dice (1 Juan 1:9), Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. “Si confesamos;” es decir, si confesamos nuestros pecados al pecar en lugar de negar que tenemos pecado. El cristiano no vive en el pecado, pero admite que a veces peca (1 Juan 2:1), y siempre, arrepentido, confiesa sus pecados, y Dios por la sangre de Cristo le perdona.

Dios quiere perdonarle si usted está listo para admitir que le ha fallado y que está dispuesto a confesar sus pecados (1 Juan 1:5-10). Recuerde que en nuestro Señor Jesucristo tenemos un abogado (1 Juan 2:1), quien está listo para interceder por usted querido hermano y de esta manera poder recibir el perdón de sus pecados que tanto necesita.

Recuerde, el mañana es incierto y el hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.

 

Presentado por José Fernando Pava Romero, es miembro y predicador de la iglesia de Cristo que se reúne en Barrancabermeja, Colombia.

WhatsApp: +57 321 4972304

VISITA: HTTPS://JOSEFERNANDOPAVAROMERO.BLOGSPOT.COM/